viernes, 19 de septiembre de 2014

Herminia Severini 1926-2014

Herminia Severini, de 88 años, una de las militantes históricas de la agrupación Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario, falleció ayer en la ciudad de Rosario
Severini murió en el Policlínico Pami II de dicha localidad, donde permanecía internada desde hace una semana a raíz de un ACV.
Sus restos seran velados desde la tarde en la sede de la biblioteca Popular 'Gastón Gori', ubicada en Juan José Paso 7990, esquina Tarragona, del barrio Fisherton.
Herminia fue un símbolo de lucha encarada por un grupo de madres rosarinas desde el inicio de la dictadura cívico militar en la Argentina.
Su hija Adriana, militante política y social de apenas 21 años que había cursado sus estudios secundarios en la Dante Alighieri para luego recibirse de analista en Sistemas en la Universidad Tecnológica Nacional, desapareció en la ciudad de Santa Fe el 4 de enero de 1977.
Desde entonces, Herminia, junto a otras madres, comenzaron a buscar a Adriana y hasta dónde pudo investigar supo que fue asesinada por el terrorismo de Estado, pero nunca pudo encontrar su cuerpo.
Hace cuatro años, Severini había sido homenajeada por militantes de organizaciones sociales y de derechos humanos, quienes en un documental reconstruyeron su historia de vida y lucha. El documental, "Herminia, la vida de una Madre", se estrenó en "La Toma":

"...si la memoria no se practica ... si la memoria no la hacemos presente, entonces no sirve."
Lo que me contó Herminia, por Ana. Fue así, sin preguntas.
Herminia es una madre de aquí. A ella le desaparecieron a su hija, Adriana, durante la última dictadura militar.
Me llamo Herminia Severini, nací en el campo. Tengo 75 años, y de chiquita me tocó vivir detrás de mis hermanos, porque soy la penúltima de una familia de 16 hermanos. Siempre detrás del dolor. Se ve que siempre mi vocación ha sido cuidar la parte humana.
Después, a los 11 años, mi hermano que tenia 20 años se accidentó, cayó de un sulky domando un potro, y ahí hice un trabajo de enfermería, a nivel autodidacta, pero lo acompañé en cada momento, después falleció mi hermano y no pude terminar la escuela primaria.
De grande, con mis treinta años, me divorcio, con dos criaturas: un varón, Daniel Enrique, y una nena, Adriana María Bianchi, 7 años Daniel y 7 meses Adriana. Bueno, sin un título, sin capacitación, empecé a trabajar de mucama en un sanatorio, y como mi vocación era estar en contacto con el enfermo pero atenderlo, agarré coraje y dije me voy a capacitar, porque voy a tener más campo de acción y las necesidades en casa para mantener y cuidar a los chicos, porque el papá olímpicamente se borró.
Entonces, trabajaba de mucama, y estudié enfermería lo cual me brindó mucho, mucho placer a nivel humano. Fue muy interesante todo el aprendizaje, toda la pasión por criar a esos hijos y tratar de que no les falte nada, fue una linda experiencia trabajar con compañeras, también costó mucho, por la opresión de la parte patronal. Siempre he trabajado en sanatorios privados, donde ellos ganaban mucho pero al personal se le paga muy poco
...pero esa lucha me hizo fuerte, me demostró que juntos, todos, podíamos hacer muchas cosas. Ese ejemplo se los daba, a mi hijo y a mi hija, estábamos unidos. Mi hijo no queria seguir estudiando la escuela secundaria porque decía que no le hacía falta porque el quería ser chofer de camiones. Yo le planteaba que no, que había que estudiar y saber defenderse. En cambio mi hija no, ella decía que tenía que estudiar, capacitarse, porque ella quería que yo dejara de trabajar y ella iba a ser la que iba a estar al frente. Ella sí hizo la escuela primaria bien, nunca se llevó ninguna materia.
Yo traté de ayudarla, el sueldo era muy bajo, y entonces, le conseguí una beca, así, con mucho sacrificio. También porque ella tenía buenas notas. En primer año, se enfermó de hepatitis, y ese año perdió la beca y la recuperó al año siguiente.
Además, ella estudiaba inglés, era maestra de inglés y bueno, entonces, Adriana había repetido el año y yo le decía, vos si querés, podés prepararte para rendir libre y así lo hizo. Organizó con otros chicos y rindieron quinto año libre y eso fue muy hermoso porque ahora, después de tantos años me encontré con un compañerito de ella, él hoy todo un hombre, y me dijo: tengo que decirle algo, si no era por su hija yo no rendía libre, ella nos empujó, ella tenía esa fuerza de luchar, emprendedora.
Mi hija decía que había que prepararse bien para poder tener un sueldo más digno.
Así fue, mis dos hijos estuvieron siempre en la lucha conmigo, por pan, carne, leche barata, por todas la necesidades que siempre hubo.
Yo les digo a los chicos de ahora, que si uno se traza una meta, y lucha, seguro que lo va a conseguir, con anhelo, con sacrificio con tesón, la lucha da resultado positivo, porque esa fue mi vida y mi trayectoria...
Cuando Adriana ... fue una época hermosa. En toda América Latina se presentaba ya un cambio social hacia un socialismo, era una fuerza. A los chicos, les parecía que en esa época se iba a producir el cambio. Una, que era idealista, también creía que teníamos una oportunidad...pero después, cuando ya las cosa se pusieron más duras... cuando empezaron a castigar y reprimir en las calles, ya se veía que esa comunidad ese cambio social, no lo iban a permitir.
Equivocados o no, confiados, los jóvenes, lucharon. Creían que iban a producir el cambio, yo, con un poco más de experiencia, tenía mis dudas. Les decía que el pueblo no estaba preparado para ese cambio social, pero ellos estaban convencidos de que si; y lo peor de todo: los dirigentes. Fueron los traidores que entregaron a mucho de nuestros hijos a los militares, se han transformado en dirigentes a favor del gobierno, traicionando al pueblo y a la sociedad entera, porque son traidores, son traidores, al servicio de la burguesía y del capitalismo. No tienen miedo de ser serviles y traicionar al pueblo y eso no sirve.
Entonces, Adriana era joven, cuando desapareció tenía 21 años (4-1-77) y el 16 de febrero hubiera cumplido 22 años.
Ella me decía "mamá vos me enseñaste a pelear y a luchar y hay que llegar hasta el final". Sí, pero el final...cuando hay tanta gente desaparecida, yo veo que se los llevan y no vuelven más, y no sabemos donde están de un día para el otro. Seguro que un día vengo y no te encuentro ¿ y qué hago yo? - No, vos quedate tranquila que soy yo la que te tengo que dar la noticia.--..pero si vos no das noticia?.- Bueno no vayas nunca a la policía a buscarme, porque es lo peor que podés hacer.
Bueno yo viajaba. Ella estaba en Santa Fe, en una localidad a unos 60 km. de Rosario, y nos veíamos el primer domingo y el último de cada mes. Yo viajaba a verla, y a mitad del mes, me llamaba porque tenía que ir a buscar la ropa porque dormían en una pensión o en una casa, y se tenían que ir porque los perseguían. Yo siempre insistía, en que adentro tenían traidores, pero ella era joven y eso no lo veía y hasta que un día en Santa Fe salió la noticia que abatieron a cuatro, ellos decían un enfrentamiento, los militares decían que era un enfrentamiento.
Yo sigo diciendo que fue una emboscada, o por ahí, los levantaban cuando estaban durmiendo. No sólo que se los llevaban a ellos sino que robaban todo, porque además de asesinos, eran ladrones.
Hasta que un día apareció el nombre de ella en el diario ... que la habían abatido ... que estaba muerta.
Tuve que viajar a ver si realmente era su cadáver. En ese momento, ellos nos querían dar un cadáver a cada uno, hombre o mujer, no les importaba. Los milicos pensaban que dándonos un cadáver cualquiera, nosotros nos íbamos a callar.
Yo aunque la hubiera encontrado, no pensaba hacerme cargo de nada: si ellos la mataron ellos tenían que enterrarla. Ahora me doy cuenta que eso hubiera sido lo ideal.
Yo no encontré el cadáver como miles de madres no encontraron a sus hijos ... porque ellos no dicen dónde están, si bajo tierra o en los campos. Sé que en los cementerios de los pueblos, de las localidades, los llevaban y los colocaban en fosas comunes. Algunas fosas están abiertas y se han recuperado algunos cadáveres, pero en ese momento no existía el ADN y sólo los podíamos reconocer por la ropa, el cabello, o por las uñas.
Era muy difícil reconocer un cadáver porque, porque estaba a-se-si-na-do, por un tiro en la sien, uno en el corazón y otro en los genitales. Así era, con violencia y ensañamiento. Explicarlo es muy difícil. Vivimos terror, y ahora, en estos momentos, comprendo a la gente que todavía tiene miedo.
Los militares crearon un terror para el resto de la vida. Esto tratamos de decirles a los jóvenes. Sobre todo que estén unidos, que se cuiden, pero que no dejen de luchar, que esto no termina, y nosotros llevamos la palabra, la memoria ... pero si la memoria no se practica ... si la memoria no la hacemos presente, entonces no sirve.
Nosotras no podemos permitir lo que están haciendo ahora. Se llevan a los chicos a las jefaturas, o a las cárceles, y después los torturan y los matan, porque piden un lugar digno, comida digna. En un espacio donde pueden alojarse 10 chicos hay 25 y los tratan como animales, no tienen un concepto humano, se ha perdido el concepto humano, ellos hicieron algo tan inhumano que es difícil explicarlo.... pero lo hicieron. Por ejemplo, las madres que estaban embarazada, las muchachas, chicas jóvenes de 22, 23, 24, 25 años ... embarazadas de 6, 7, 8 meses, otras por parir. Cuando alguna paría le robaban el hijo, y los entregaban los hijos a los celadores, a otros militares. Ellos se adueñaron de esos hijos como un botín de guerra.
No sé si ellos creyeron que nosotras nunca íbamos a hablar o que nunca podríamos salir a decir lo que nos pasaba,.. pero fue el dolor lo que nos sacó a las calles, a muchas de las madres ... a algunas no. Todavía hay algunas madres que no pueden decir que sus hijos están desaparecidos. A mí me parece, que esas mamás, tienen un dolor tan grande, tan grande, el no poder compartir ese dolor con otras madres, es muy trágico, es muy ... muy feo ... pero hay que entender todas las situaciones.
Y seguir luchando ... Yo, por ejemplo, nunca dejé de estar en todas luchas que se presentaron: carpas docentes, trabajadores, todas ..todas ... a aquel que tiene problemas, yo, he tratado de acompañarlo, porque nos pertenece el compartir ese destino de lucha, esa fuerza. Ayer nosotros, hoy ellos, y mañana esperemos que a nuestros hijos, a nuestros nietos no les pueda ocurra lo mismo.
Hoy, por ejemplo, estuve en una marcha, en la cual planteaban el no al remate de la vivienda única, porque ¿cómo se puede defender la vivienda con un crédito si están desocupados? No hay lógica. A nosotros en ese momento, nos quitaron nuestros hijos y ahora, en este momento, les quitan la vivienda. y... ¿cuál es la lucha?...La lucha es estar juntos y no permitirlo porque es un avasallamiento, también corresponde a derechos humanos la vivienda digna y única.
En Buenos Aires, las madres se organizaron en seguida ...la historia del pañuelo blanco, que se reunían y no se conocían. Un día dijeron vamos a ponernos el pañal de nuestro bebé, y ahí fue la creación del pañuelo blanco para encontrarse y saber que se era una madre, pero en cambio, en Rosario, no se hizo enseguida el grupo de madres, porque eran familiares. Participaban la madre, la abuela, el tío, el padre, en fin, todos.
En aquel entonces el trabajo no me permitía viajar, por eso, acá, en Rosario, el primer grupo que se formó fue FAMILIARES. Acá también participaban algunos papás.
Cuando los papás vieron que los hijos ya ... al principio todos pensábamos que podríamos encontrarlos vivos, pero cuando ya muchos se dieron cuenta que vivos ya no estaban, los papás se enfermaron del corazón y se fueron yendo y tampoco han podido ver a sus nietos, aún cuando se han recuperado varios niños.
Esto cambia luego de unos quince años. En 1990, más o menos, se forma madres de plaza de mayo de Rosario.
Estamos luchando, seguimos luchando y seguiremos. Yo pienso que mientras hay vida hay lucha.
Estoy, y voy a estar toda la vida, porque el pañuelo blanco y el título de madre de desaparecidos, que nos dieron los militares, creo que no me lo puede sacar nadie, está grabado a fuego.
Testimonio recogido por Ana, del colectivo Paraná Insurgente
Hasta la victoria siempre, Herminia
Por: Sonia Tessa
Ahí donde había una marcha, una movilización, estaba Herminia Severini. Sin medias tintas ni dudas, ella instaba a luchar. Lo suyo era la calle, el puño en alto. La remera del Che. Con su voz ronca, enseguida se plantaba, fuerte, enorme, ante cualquier poderoso, ante la policía, donde hiciera falta. Y eso que era chiquita, menuda. Herminia murió ayer, a los 88 años. Estuvo diez días internada en Pami II, tras sufrir un accidente cerebrovascular del que no pudo recuperarse. Una ciudad la extrañará, ahora que pertenece a su Historia. Hermina no iba a las rondas de los jueves, no pertenecía orgánicamente a Madres de Plaza 25 de mayo. Por la memoria de su hija Adriana Bianchi, desaparecida el 4 de enero de 1977, y de los 30 mil, elegía multiplicarse en todos los piquetes, las marchas, los reclamos que podía fortalecer con la presencia de su pañuelo blanco.
El desconsuelo ganó ayer a jóvenes de las más diversas organizaciones políticas y sociales que estaban acostumbrados a su risa, sus palabras provocadoras y la magia de sus consejos. Es difícil pensar que ya no estará. "Hay que luchar", decía y repetía ante cada atropello que conocía. Resignarse, entregarse, no estaban en su vocabulario. Más bien siempre la encontraban en la vereda de enfrente: denunciando, intransigente. Lejos del poder siempre y por convicción.
Hermina nació el 20 de marzo de 1926 en el campo, cerca de Correa. A veces contaba las dificultades de su niñez, sin dramatizar. No era de las que se regodeaba en el lamento, al contrario, sus armas eran la alegría y el empuje. Era la penúltima de una familia de 16 hermanos. Le tocó trabajar desde pequeña y no pudo terminar la escuela primaria. Tenía 11 años cuando uno de sus hermanos mayores se cayó de un sulky. Ella lo cuidó por dos años. Desde entonces, supo que quería ser enfermera pero no pudo. Tuvo que trabajar en el comedor que tenía su familia, ya en Cañada de Gómez. Su enjundia combativa no perdonó a sus hermanos. Combatió la explotación allí, como no lo hizo siempre.
Tenía 20 años cuando se casó y se radicó en Rosario. Su marido, colectivero, era "muy machista", como le contó a la historiadora Cristina Viano. Herminia quería otra cosa. Tuvo dos hijos: Daniel y Adriana. Se divorció cuando el nene tenía 8 años y la nena, 20 meses. No fue una decisión fácil en los años 50. Ser una mujer divorciada requería valentía y un gran desdén por el qué dirán. En aquel momento, empezó a trabajar como mucama en un sanatorio. Mientras paraba la olla sola, con dos hijos, Herminia decidió terminar la escuela y estudiar para convertirse en enfermera. Por supuesto, lo consiguió. No sobraba nada, más que las ganas de pelearla.
Supo de luchas gremiales, la explotación, la plusvalía que combatió hasta sus últimos días. En 1959 se afilió al Partido Comunista, y comenzó su historia de despidos por "díscola" en sucesivos sanatorios. Todo eso se lo contó a Cristina Viano en una serie de entrevistas plasmadas en su ensayo "Mujeres y movimientos sociales, un acercamiento a las Madres de Plaza de Mayo desde una historia de vida".
Herminia tuvo dos hijos. El mayor prefería dejar los estudios, no los creía necesarios para ser camionero. Tampoco le interesó la política. En cambio, la más chica sí quería estudiar y militar. Cuando hablaba de Adriana, Herminia se llenaba de orgullo. Que era buena estudiante, maestra de inglés, que había logrado rendir libre el quinto año, que sus compañeros la recordaban por su solidaridad y compromiso.
"Mis dos hijos estuvieron siempre en la lucha conmigo, por pan, carne, leche barata, por todas la necesidades que siempre hubo. Yo les digo a los chicos de ahora, que si uno se traza una meta, y lucha, seguro que lo va a conseguir, con anhelo, con sacrificio con tesón, la lucha da resultado positivo, porque esa fue mi vida y mi trayectoria", dijo Herminia en una entrevista que puede leerse completa en "Paraná Insurgente" (http://parana.ahiros.com.ar/entrevistas/herminia.htm).
Herminia es una especie de gurú para las juventudes luchadoras de esta época, que la escucharon con devoción en charlas, encuentros y manifestaciones. Siempre la tuvieron cerca, nunca se puso en un pedestal. Apostó a ellos. Pero tampoco les perdonaba una. Para ella, no había ninguna excusa para dejar de pelear. Los encandilaba con sus preceptos, que la juventud de distintos espacios recordará para siempre como una antorcha.
Jamás fue peronista. Ella era camarada, pero reivindicó el afán revolucionario de su hija Adriana Bianchi, militante montonera. Aún con las discusiones que tuvieron entonces.
Tres décadas después, Herminia reconstruía uno de los últimos diálogos con Adriana.
-Mamá, vos me enseñaste a pelear y a luchar y hay que llegar hasta el final.
-Sí, pero el final... Cuando hay tanta gente desaparecida, yo veo que se los llevan y no vuelven más, y no sabemos donde están de un día para el otro. Seguro que un día vengo y no te encuentro ¿y qué hago yo?
-No, vos quedate tranquila que soy yo la que te tengo que dar la noticia.
-¿Pero si vos no das noticia?
-Bueno, no vayas nunca a la policía a buscarme, porque es lo peor que podés hacer.
Adriana fue secuestrada el 4 de enero de 1977 en San Martín y Boneo, en la ciudad de Santa Fe. El 16 de febrero siguiente, hubiera cumplido 22 años. La mataron antes, en uno de tantos enfrentamientos fraguados por el Ejército. Herminia viajó, buscó en el hospital Iturraspe, en la morgue y en el cementerio. Se enfrentó a los insultos y a las amenazas de los militares. Y le mostraron cuerpos en estado de descomposición. No pudieron venderle gato por liebre: se negó a reconocer un cuerpo que no pertenecía a Adriana. Se quedó sin restos para velar.
Herminia no llegó a la militancia con la desaparición de Adriana. Era militante antes de convertirse en una Madre. Nunca paró de denunciar, de apostar a la conciencia colectiva. Así lo hacía con sus incesantes charlas en escuelas, en facultades, institutos de formación. Y su docencia en acción con los militantes más jóvenes. "Los militares crearon un terror para el resto de la vida. Esto tratamos de decirles a los jóvenes. Sobre todo que estén unidos, que se cuiden, pero que no dejen de luchar, que esto no termina, y nosotros llevamos la palabra, la memoria. Pero si la memoria no se practica, si la memoria no la hacemos presente, entonces no sirve", dijo Herminia en aquella entrevista. Para ella, hacer presente la memoria era estar allí donde hubiera una injusticia para denunciar.
Los recuerdos se agolpan. En cada movilización, en los juicios contra genocidas, en cada reclamo gremial, en las luchas interminables para recuperar fuentes de trabajo, en cada lugar donde se la convocara, ahí estaba Herminia, riéndose, provocando las risas con sus ocurrencias, dispuesta a levantar la voz, a ir al frente. Y siempre lista para señalar a los traidores. Ahí estaba maldiciendo a los milicos, riéndose y también, cuando lo consideraba necesario, retando con ternura.
Desde los muros de Facebook, chicos y chicas, hombre y mujeres, de distintas identidades políticas, convocaron a darle fuerzas a Herminia durante los días que estuvo internada. "Ahora nos toca a nosotros hacerle el aguante", decían. Y una canción se multiplicó por el espacio virtual, dedicada a ella. "No te entregues corazón libre, no te entregues", dice el tema de Rafael Amor, que corona con un "los únicos vencidos, corazón, son los que no luchan". Herminia era un corazón libre. En su trabajo, Viano usa otra palabra: "irreductible". Así era.
Ayer a la mañana, temprano, la muerte de Herminia dejó de ser un temor inminente para convertirse en realidad. El dolor se combinó con la gratitud, el recuerdo de los momentos compartidos, y la urgencia de levantar su bandera. Hasta hoy, a las 9, en la Biblioteca Popular Gastón Gori (Juan José Paso 7990, y Tarragona), se la puede despedir. Sin coronas ni flores, que ella despreciaría. En cambio, las personas que la acompañaron en los últimos días planean recaudar fondos para que Pami II tenga su tomógrafo, y los afiliados no deban ser trasladados a institutos privados, como pasó con Herminia.
Para tantas personas que hoy se sienten huérfanas, no hay adiós, sino la frase del Che Guevara que fue su talismán: "Hasta la victoria siempre, Herminia".
El portal 11Noticias publicó una entrevista que le realizó a Herminia en su casa, donde, con mate y medialunas de por medio, respondió a todo. 

¿Cómo era el clima político a principios del año 76?
Llegado el 76 estábamos muy eufóricos, porque íbamos a hacer la revolución, porque se había hecho la revolución en Cuba, y si Cuba había podido hacer la revolución era más fácil para nosotros, porque somos un país más grande, ellos son una isla con poca gente. Pero nos faltó experiencia política, nosotros subestimamos al enemigo, porque no pensamos nunca que el enemigo ya había preparado una escuela de las Américas de donde surgieron militares que fueron desparramados. Uno en cada uno de los países de América Latina.

Una juventud muy politizada la de los años 70… 
Era una época política, todos hablábamos de política, era otra etapa y es un poco difícil traer esos años revolucionarios ahora. Pero el imperialismo, los yankees, tenían que frenar toda esa revolución, porque se les acababa muchas cosas, entonces empezaron a detener, a desaparecer, porque no solo desaparecieron en la época del genocidio, también en la época de Perón desaparecía la gente. El plan era exterminio, y como se puede vencer a un nivel político, sacándoles las ideas, las ideas no se matan dijo Sarmiento, pero si vos desapareces a la persona desaparecen las ideas.

¿Usted militaba en algún partido político? 
Yo militaba en el Partido Comunista y trabajaba de enfermera. Yo tenía una experiencia distinta, no salí a pelear cuando desapareció mi hija, yo ya venía peleando en la lucha sindical, en frente del sindicalismo que queríamos sacar a esos dirigentes sindicales que todavía están gobernando.

¿Su hija cuántos años tenía al momento de desaparecer? 
Adriana tenía 21 años, había hecho la secundaria en la Dante Alighieri, y después se recibió de analista en Sistema en la Tecnológica. Además de chiquita estudió inglés, así que era maestra de inglés. Justo ella estaba rindiendo en plena dictadura. Cuando los chicos salían de rendir, afuera estaba el Falcón verde y la facultad llena de autoridades, milicos y gendarmes, que esperaban a los chicos, los cargaban y los metían en el baúl.

¿Adriana también militaba en el Partido Comunista?
Empezó en el Partido Comunista, después pasó por el socialismo y terminó con los Montoneros.

¿Ella fue secuestrada?
Ella no fue secuestrada, cayó presa porque entró a trabajar en la fábrica de tractores de Baigorria, yo le decía que no, pero ella decía que había nacido para hacer eso, para defender a los obreros, que le puedo decir, si se preparó para eso. La llevaron presa, yo la saqué y formó con unos amigos un Instituto privado en Santa Fe donde ella daba Matemática e Inglés. Allí mataban a tres, mataban a cuatro y un día apareció en el diario el nombre de Adriana. Fue el 4 de enero de 1977.

¿Alguna vez se arrepintió de haber participado en política o de haberle inculcado esos valores a Adriana?
No, nunca, yo la crié libre, ella militó, estuvo en el Centro de Estudiantes, ella hizo lo que quiso, hizo lo que sintió. -Usted hablaba de política con Adriana,

¿Pero las demás madres hablaban de esto con sus hijos?
No, había madres que ni sabían lo que era la militancia, había madres que si, otras no.

¿Cuándo surge Madres de Plaza de Mayo?
Las Madres de Plaza de Mayo surgieron cuando desaparecieron nuestros hijos, no hay un día exacto.

¿Y surge en Rosario y en Buenos Aires a la vez? 
En Buenos Aires surgió el grupo de Madres de la misma manera que surgió acá, pero allá eran muchas más que acá.

¿Alguna vez allanaron a su casa los militares?
No, yo en ese momento vivía en Entre Ríos y Urquiza, en pleno centro, peligrosísimo. Muy peligroso porque custodiaban las calles, y ahí en Moreno y Córdoba había tanques de guerra. A la noche salían a patrullar y esas ruedas de hierro sobre el pavimento hacían temblar todo, se rompían los vidrios. Era algo temeroso.

¿Vivía con miedo usted?
Yo si te digo que no tenía miedo no me vas a creer, pero mi papá me crío sin miedo. Me decía que en la oscuridad no hay nada y que no hay que tener miedo nunca, hay que enfrentarlo cuando se ve, y cuando no se ve es porque no hay nada.

Hoy en día hay muchos que opinan que por algo esos jóvenes o esos trabajadores fueron desaparecidos, o mencionan la famosa frase “Algo Habrán hecho”, ¿Qué piensa usted cuándo escucha eso?
Yo creo que dicen eso porque desde arriba, desde el gobierno, siempre informaron para la confusión. Algo hicieron, son guerrilleros, son asesinos, eso salía por la radio y la televisión. A mí un día me hicieron un escrache con panfletos y decían que Adriana estaba en Cuba y dicen eso para negar a los desaparecidos, porque todavía no los encontramos. Una vez me quisieron entregar el cuerpo de una muchacha diciendo que era Adriana, pero como en ese momento no estaba el ADN, yo no lo pude reconocer y ante la duda no recibí ese cuerpo, pero era por el instinto de madre, y obviamente me dijeron que estaba loca, que no sea tan dura, que me lo lleve y de esa manera cada madre se lleva un cuerpo y listo.

¿Finalmente se supo de quién era ese cuerpo?
Ahora se supo gracias al antropólogo, y no era de mi hija.

¿Cómo es la relación entre las Madres de Plaza 25 de Mayo de Rosario y las Madres de Buenos Aires? 
Siempre hubo diferencias por el dinero. Cuando desaparecieron nuestros hijos hubo una gran solidaridad de los países extranjeros, no de los gobiernos, sino de la población, y vino mucha plata que la manejó Hebe (Hebe de Bonafini) por su carácter y por su formación. Pero después surgieron las Abuelas de Plaza de Mayo, por lo tanto se generó una división y había que dividir el dinero. Como si fuera poco un grupo de Madres se abrió de Hebe y quedaron tres grupos, las Madres con Hebe a la cabeza, la línea Fundadora y las Abuelas. El dinero que era para uno se dividió en tres, pero Hebe, muy astuta, formó una facultad de las madres, algo muy bueno, pero hay que mantenerlo. En un principio los profesores eran todos ad honorem, pero después se fueron, y se necesitaba mucha plata para mantener eso y un día, hábilmente, Néstor Kirchner, la palmeó a Hebe y ella aceptó.

¿Cómo vive los juicios hoy en día?
Eran necesarios antes, ahora están viejos los asesinos. Los gobiernos que hemos tenido hicieron un silencio. Punto final, obediencia debida, aquí no ha pasado nada dijeron. Cuando asumió de casualidad Nestor Kirchner, que era audaz, se dio cuenta que tenía muy poco apoyo de la gente, entonces acordó con las organizaciones de derechos humanos para metérselos en el bolsillo.

¿Cómo califica la política de derechos humanos del actual gobierno nacional?
Como una política absorbente, a ello les sirvió mucho. Nosotros rescatamos estos juicios, que siguen estando sucios. Porque los asesinos tienen que estar presos durante los juicios, si son inocentes quedarán libres. Esta no es la justicia que necesitamos nosotros.

Actualmente mucha gente vincula a las Madres de Plaza de mayo con el gobierno nacional ¿Las madres de plaza de mayo apoyan a este gobierno? 
No todas, algunas.

¿Cree que el Grupo Clarín fue cómplice de la Dictadura?
No te puedo decir con toda certeza, pero no me cabe duda, hubo tantos cómplices. Las industrias como Paladini, donde todos los trabajadores activos en los gremios fueron desaparecidos en esa planta, los terratenientes, la Sociedad Rural. No le puedo poner la firma, pero no tengo muchas dudas.

¿Lo hicieron por miedo o por conveniencia?
Por intereses económicos, fue todo un pacto del capitalismo contra el obrero.

¿El mundial de fútbol de 1978 se utilizó para ocultar lo que verdaderamente sucedía en el país?
Sí, gracias al señor Menotti, que hizo pacto con los militares y sabía bien clarito lo que pasaba, más que muchas madres. Ese mundial vino porque después de tanta represión y de tanta mordaza se necesitaba una dispersión. La gente en la calle enloquecida a los gritos gritando Argentina, pero los señores militares por atrás tapaban otras voces, eso fue así.

¿Siente que quedan secuelas de la dictadura?
Sí, hay Directoras de escuelas, hay profesores, hay muchos cómplices todavía.

¿Cómo la trata la gente en la calle?
Muy bien, yo soy feliz, charló con todos, me abrazan, me besan, todo ese contacto humano me llena de alegría.

¿Los jóvenes colaboran con las Madres hoy en día?
Siempre hubo algún grupito de chicas y jóvenes curiosos o inquietos ayudando, porque en realidad el joven siempre tiene esa inquietud, esa ansiedad, el joven se pregunta los por qué.

¿Mantiene viva la esperanza de encontrar el cuerpo de Adriana?
Sí, cada fosa que se abre yo llamo al antropólogo, aunque te parezca mentira.


Herminia Severini, Resistencia y Lucha
Ha muerto Herminia Severini, Madre de Plaza 25 de Mayo, cuya hija fue secuestrada, asesinada y desaparecida por los verdugos de la dictadura cívico-militar (1976-1983).
La noticia de la muerte de Herminia nos conmueve y a su vez sabemos que seguirá estando presente junto a nosotros, trascenderá por su ejemplo de resistencia a las injusticias sociales y de lucha aun en la adversidad.
Herminia a quien conocimos en el año 1999, cuando nos visitó junto a Norma Ríos en la Biblioteca y Archivo Histórico Social Alberto Ghiraldo. Herminia, con quien compartimos un acto conmemorativo del 1º de Mayo Día Internacional de los Trabajadores realizado en la Plaza Fausto Hernández, organizado por la asamblea barrial. En esa actividad solidaria y fraternal del año 2002, un burócrata sindical exhibió su impunidad con una actitud infame pretendiendo mancillar la memoria de la hija de Herminia, cuestionando su compromiso explícito por la transformación social.
Herminia, presente en cada marcha de protesta social, oradora que llamaba a las cosas por su nombre, coraje de mujer que no especulaba, ni pretendía ser “políticamente correcta”.
Herminia querida compañera de lucha. Madre Coraje, mujer valiente y comprometida en las luchas emancipatorias de nuestro pueblo.
Herminia Severini seguirá presente en cada mujer y en cada hombre que alcen su voz y emprendan la acción solidaria contra este perverso sistema: el capitalista.
El escritor George Orwell, autor de Homenaje a Cataluña, quien luchó en la Guerra Civil española y participó de la Revolución Libertaria Ibérica decía que: “lo más difícil es poder ver con claridad lo que tenemos frente a nosotros”.
Herminia fue capaz de ver con claridad que lo importante en nuestras vidas es poner en acto la solidaridad cada día y estar junto a quienes luchan entonces si la vida tiene sentido.
Carlos A. Solero
Miembro de APDH-Rosario
Fuentes: Archivo Señales, TelAm, Paraná Insurgente, RosarioI12, Indymedia Rosario, Mirada Interior, 11Noticias

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