martes, 30 de noviembre de 2010

Cablegate: Siete palabras sobre Wikileaks

Desde ayer tenemos Trending Topic monotemático. No se habla de otra cosa. Las últimas filtraciones de Wikileaks relacionadas con los papeles internos de las embajadas estadounidenses son de alcance global; pero el hecho de que uno de los cinco diarios de todo el mundo seleccionados para difundir las informaciones sea español (El País) ha amplificado su repercusión en España. Eso, y que la embajada de EEUU en Madrid fuera una de las más trabajadoras

Vamos a tener Wikileaks para rato, ya que a diferencia de lo ocurrido con filtraciones anteriores, la organización de Assange no va a publicar los documentos directamente, sino que esperará a que los diarios informen primero sobre ello y ese es un trabajo como mínimo de semanas, según ha reconocido el director de El País en un encuentro digital. De hecho de momento la mayor de las noticias es que va a haber muchas noticias y muy importantes. No me resisto a destacar siete palabras de todo el affaire. Lamento ser incapaz de unirlas, y no sé si alguien puede entender del todo el caso Wikileaks (¡si los propios medios ni siquiera tienen claro aún si es una fuente, un medio, un amigo o un enemigo!). Y tengo la intuición de que esto –la sensación de que algo grave ha ocurrido pero no saber exactamente qué, ni cómo unir todas las piezas- nos sucederá cada vez más.

Transparencia
Wikileaks está obligando a la fuerza a los gobiernos a ser transparentes. Pero ojo también a la prensa. El regalo que ha hecho a los cinco periódicos elegidos (la exclusiva inicial + el poder de marcar durante semanas la agenda informativa) es un regalo envenenado. En primer lugar, deberán justificar a sus lectores por qué no desvelan desde el primer minuto todo los documentos y la serie de pactos a los que han llegado entre sí con Assange. En segundo lugar, deberán hacer un trabajo perfecto, porque cuando dentro de unos meses toda la información esté por fin colgada en Wikileaks cualquier fulano podrá auditarla. También se estarán sometiendo a una vigilancia entre pares de la que me alegro mucho. Me fío más de un New York Times vigilado por The Guardian que sólo del New York Times. Y más de un New York Times y de un The Guardian vigilados por Wikileaks. Y viceversa.

Cables
Siempre me maravilla la capacidad de los medios para conseguir que una palabra pase del desuso al vocabulario cotidiano en horas. De las velinas a los aerolitos pasando por los cayucos y la vuvuzelas, las aprendemos y después las olvidamos. La palabra de estos días es cable. Corta, internacional (y por tanto perfecta para twitter), define los despachos diplomáticos. Más sobre cómo interpretarla, aquí.


Paradoja
Nos hartamos de escribir artículos sobre Obama y su rompedora forma de utilizar las redes sociales para auparse al poder. Que si su Blackberry, su aplicación de iPhone para conseguir el voto, que si las microdonaciones para su campaña… Y al final va a resultar que el gran problema del presidente de internet viene de internet. Vida esta.

Internet
Muy de vez en cuando surge la idea que justifica todo el medio. En la red ya sucedió con la Wikipedia. En la televisión con Sálvame. Lo ves y dices, vale, este medio sirve para esta cosa. Con Wikileaks nos damos cuenta de lo que es internet en realidad. Ningún otro medio es tan anónimo, permite a tantos publicar tanto y de una forma tan fácil y a tantos recibir tanto de un modo tan sencillo. Por lo menos de momento, porque algunos miembros del senado estadounidense ya han pedido que se declare a Wikileaks como una organización terrorista. De ahí a fulminar la neutralidad de la red hay sólo un paso.

Periodismo
Según se van complicando las sociedades, sus ciudadanos necesitan más conocimientos para serlo. Para saber lo que sucede y votar hay que tener por ejemplo algunas nociones de derecho (cómo son unas elecciones) o saber un poco de ciencia (para decidir sobre las células madre)… y cada vez más, algo de periodismo. Da igual que el negocio se esté desmoronando, o quizá sea precisamente por eso. Un ciudadano responsable que quiera formarse una opinión sobre las cosas debe saber cómo manejan la información los medios de comunicación y sus fuentes. Qué dan, que no dan, cuándo, cómo, dónde y por qué.

Inteligencia
El problema ya no es que los malos y los poderosos nos oculten cosas. El problema es que además de eso hay tantas cosas disponibles que corremos el riesgo de no diferenciar las importantes. Tener 250.000 documentos de golpe en la mayor filtración de la historia que alcanza a decenas de paíseses lo mismo que tener un billete de 500 euros en un autobús. No sirve de nada hasta que no lo desmenuzas. En este mundo nuevo que Wikileaks abandera habrá que ser muy listo para enterarse de algo. Incluso ser tan listo como para reconocer que se es incapaz de comprender ni una ínfima parte de toda la información disponible. La palabra, tan manida ya, es sobreabundancia. Un montón de los periodistas más espabilados del mundo están ahora mismo que no duermen por las noches por la cantidad ingente de material interesante que tienen sobre sus mesas. Nada de emocional. Estoy convencida de que el nuevo tipo de inteligencia será selectivo. El más inteligente será el que sepa qué es lo importante.

Assange
Un asunto tan poliédrico sólo podía tener al frente a un personaje complejo como Julian Assange. Yo aún no tengo claro si es un superhéroe o un supervillano, pero sí que es un súper-algo. En cualquier caso, como dicen por ahí, nos pone aunque no tengamos claro de qué va. Ah, y nos encanta su pelo.

Cita secreta con el hombre que hace temblar al Pentágono
Es la pesadilla de la todopoderosa inteligencia militar de EE UU. Se llama Julian Assange, tiene 39 años y una profesión: reventar a escala mundial los mayores secretos oficiales
Ver entrevista completa acá


Foto: Carmen Valiño
Infografía: AFP
Fuente: Diario El País

Otras Señales

Quizás también le interese: